miércoles, 21 de septiembre de 2011

"El Globo Verde"

7.
Con el globo verde en la mano, Raúl permanecía de pié mientras enterraban a su esposa. Nadie más lo acompañaba, solo estaban él y la última carta de María atada al extremo de la cinta roja.

            Con dificultad para caminar y ayudándose de un viejo bastón se dirigió hacia el parque. Al entrar saludó a las palomas lanzándoles como siempre hacía unos trocitos de pan. Sabía que en el otro extremo había un pequeño quiosco, donde los niños se amontonaban para comprar chuches y donde encontraría aquello que estaba buscando, el globo perfecto: rojo, grande, con una hermosa cinta verde y brillante y una tarjetita donde escribir su nombre o, quien sabe, hacer un dibujito.
            Con ambos globos en la mano cerró los ojos y pensó en su vida. Pensó en María y en lo distinto que hubiera sido todo de haber abandonado antes a su esposa. Pero él no era así, no hubiera soportado dejarla sola, a pesar de no haberla amado nunca como amaba a María.
            Mientras recordaba, imaginaba y esperaba algún cambio, se dejó llevar por el viento.


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