1.
María tenía cinco años y un precioso globo con el que
jugaba en el jardín de casa de sus abuelos. Le encantaba, era de color verde,
como la hierba; iba atado con una preciosa cinta roja que, al recibir la luz
del Sol, brillaba como si tuviera diminutos cristales incrustados. En el
extremo de la cinta había una tarjetita donde podías escribir tu nombre, o
hacer un dibujo si querías.
Pero en un
momento de despiste el globo se le escapó de la mano y se alejó. Empujado por
el viento llegó hasta las nubes más altas y allí desapareció. Aquel día, fue tal vez el más triste de su
corta vida.
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